
Puedo escribir, pensar, hablar
tan claro como el agua,
pero el gusto de un buen vino
el relamirse de la buena compañía,
la sobremesa de un poema,
es el sosiego del estar presente.
En un penúltimo delicioso trago
apuro mis ansiadas esperanzas
recargadas y largo tiempo anheladas,
pensamientos absortos de inédita belleza
dejando atrás la pereza
de imprimir la palabra pensada.
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